Los canaritos y la cachorrita de humano

Érase una vez un pajarito muy hermoso con las plumas amarillas que vivía en un parque con árboles grandes donde habitaban diferentes especies de pájaros. Por allí pasaban libélulas, mariposas, avispas, cucarrones y en las épocas de calor venían de visita las chicharras.

Cierto día escuchó una conversación de unas palomas en una rama de un árbol cercano, hablaban muy mal de lo que llamaban los humanos. Unos seres que tenían dos patas y no podían volar como ellos. Llevaban pelaje de diferentes colores que cambiaban cada día y solo conservaban el de la cabeza.

El pajarito estaba muy sorprendido pues había visto que los cachorros de humano eran dulces y en ocasiones incluso ponían comida para que ellos comieran, claro que a veces sentían miedo, pero en días pasados había conocido a una niña muy dulce. Resulta que era una mañana muy linda y había empezado a volar solo hacía poco desde los árboles del parque en el que vivía con su familia. De pronto, escuchó un canto muy bonito, no sabía qué decía porque no dominaba el lenguaje humano, pero era un canto dulce que lo hipnotizaba y provenía de la terraza de una casa cercana al lugar donde él vivía.

Sintió mucha curiosidad así que voló hasta el tejado de esa casa y miró a aquel cachorro de humano. Era una niña porque tenía los cabellos largos, dorados y ensortijados. Sus ojos eran rasgaditos y la piel era blanca. “Sencillamente es hermosa” pensó el pajarito y al sentir más de cerca su canto, su voz dulce, se atrevió a bajar a comer cerquita de ella.

La niña siguió cantando mientras se mecía en la silla sonriendo. Estaba feliz de que estuviera allí, sin duda. Tenía una sonrisa preciosa y seguía cantando, parecía que le quería decir muchas cosas, lástima que él no pudiera entenderle. Él aprovechó para comer y se fue contento y así se repitió por varios días hasta que de pronto no la volvió a ver, pero guardaba la esperanza de que algún día la niña regresara.

Él quería aprender el lenguaje de los humanos por si volvía a escucharla así que decidió consultar al pájaro más sabio que conocía. Era un viejo búho que vivía cerca, así que fue a verlo.

  • Buenos días Sr. Búho
  • Buenos días Canarito, ¿qué te trae por aquí?
  • Me gustaría entender a los humanos
  • Humm no es nada fácil
  • Pero ¿Usted los entiende Sr. Búho?
  • Hace mucho tiempo conocí a alguien que me indicó cómo hacerlo, pero la verdad no lo llegué a hacer, debía estar muy cerca de los humanos y no lo hice nunca
  • ¿Y me podría decir las indicaciones?
  • Ten mucho cuidado y no te fíes Canarito, los humanos no son de fiar
  • Yo conozco a un cachorro de humano que nos alimenta y nos emite sonidos cuando nos acercamos mientras canta y quiero saber qué nos está diciendo – dijo el pajarito
  • Estar cerca de humanos siempre es un riesgo, ¿qué dice tu madre al respecto?
  • Pueees – titubeó el pajarito – la verdad, no sabe que estoy aquí ni el motivo de mi visita.
  • Ten presente que si te doy las indicaciones será bajo tu propia responsabilidad.

Parecía un asunto muy serio y el pajarito se quedó muy pensativo. Así que decidió marcharse a su casa y pensarlo mejor. Pasaron los días, pero su anhelo de entender a aquella niña no desaparecía, entonces decidió regresar con el señor Búho.

  • Buenas tardes señor Búho
  • ¡Ah! Regresaste…
  • Aquí estoy, a la espera de que me de las indicaciones
  • Recuerda que es bajo tu propio riesgo
  • Estoy dispuesto a asumirlo

Así pues, el Sr. Búho le explicó lo siguiente:

  • Lo que te voy a decir me lo confió un amigo, que a su vez se lo confió alguien muy cercano a los humanos, un perro sabio. Ellos son los que más han aprendido a estar cerca de los humanos sin correr tanto riesgo. Parece que han logrado un nivel de comprensión entre ellos y en la mayoría de los casos de colaboración, porque los perros se sienten cuidados y a su vez los humanos se sienten queridos.

Este amigo me indicó que la mejor manera de entender a los humanos es cerrar los ojos y sentir su vibración. Su lenguaje es muy complejo y nunca lo entenderás, pero sus vibraciones sí las puedes sentir. Todo en la naturaleza vibra y emite dicha vibración, si estás atento y te enfocas podrás diferenciar las vibraciones de cada ser. Una vez las sientas tu instinto te dirá si son buenas vibraciones, si te quiere hacer daño o por el contrario te quiere favorecer. Vigila porque a veces se muestran de una manera, pero sus intenciones son otras y te capturan o te hacen daño, pero la vibración que emite corresponde a su intención y ¡esa nunca falla!

El pajarito se fue muy contento con la información, pero un poco confundido. Así que para poder comprender bien lo que había entendido, se dio a la tarea de observar y observar lo que sentía cada vez que contemplaba a los diferentes miembros de la naturaleza y así se dio cuenta que sentía cosas diferentes con cada uno. Lo que más lo hacía vibrar era el sol, sin duda, era lo que más llenaba su corazón cada mañana. Luego estaban las flores que emanaban dulzura y un delicioso aroma, eran generosas desde luego. También se dio cuenta que entre todos los pájaros del parque en el que vivía había una Tórtola que siempre lo hacía sentir feliz porque lo animaba a volar con ella y buscar comida. Sentía que ya había comprendido aquello de la vibración y esperaba que pudiera volver a ver pronto a la cachorrita de humano.

¡Entonces llegó un día en que sintió un sonido familiar y alzó vuelo para ver con sorpresa que allí estaba la cachorrita! Había vuelto a la terraza y estaba poniendo comida con un humano más grande parecido a ella. Entonces se apresuró a volar hasta allí y vio que la cachorrita daba saltitos y juntaba las palmas. Empezó a sentir otra vez aquella vibración y deseó con todas sus fuerzas poder entender lo que ella decía. Se concentró profundamente y visualizó que su corazón se abría mientras sentía aquella vibración y ooohhh empezaron a llegar palabras a su cabeza:

  • Pajaritos no tengan miedo, que les vamos a dar amor, hay comida y hay bebida que les damos de corazón. Pajaritos vengan aquí que les vamos a dar amor, hay comida y hay bebida que les damos con mucho amor.

¡No lo podía creer! Había entendido lo que la cachorrita le decía y no tenía ningún miedo, ninguna duda porque sentía como cosquillitas de alegría y sabía que allí estaría seguro y que siempre que quisiera podía ir allí a verla y a comer cuchuco y tomar agüita.

Y hubo un día que llegó el silencio, hubo más espacio para volar y comer sin miedo, el sol sin duda brillaba más porque el cielo estaba limpio. Algo pasaba sin duda así que el pájaro preguntó a su madre:

  • Mami, ¿dónde están los seres a los que llaman humanos?
  • Están todos en sus nidos
  • ¿Por qué?
  • Parece que debe venir un gran depredador porque no han querido salir
  • ¿Tú crees que nos comerá también a nosotros?
  • No tengas miedo amor, la vida es perfecta y cuida de nosotros
  • ¿Entonces eso quiere decir que no cuida de ellos?
  • La vida siempre cuida de todos, sólo que ellos no lo recuerdan y hace muchos años, decidieron actuar por su cuenta y le dieron la espalda a la naturaleza y cuidar de ellos mismos sin tenerla en cuenta.
  • ¿Qué es lo que les va a pasar?
  • No lo sé, pero tienen miedo

El pajarito sintió que debía saber más pues hacía días que no veía a la cachorrita de humano y quiso averiguar más, así que lo único que podía hacer era ir donde el Sr. Búho. Fue volando rápidamente y al encontrar al Sr. Búho le preguntó:

  • ¿Señor Búho qué es lo que pasa con los humanos?
  • Parece que hay en el aire un virus que los tiene asustados
  • Pero un virus, algo tan pequeño, ¿los tiene asustados?
  • ¿Por qué?
  • Porque están desconectados de su propia naturaleza
  • ¿Qué quiere decir eso Sr. Búho?
  • Cuando los humanos perdieron su conexión con la naturaleza olvidaron que ellos eran parte de ella. Olvidaron que son vibración y que su vibración se armoniza con la Madre Tierra que tanto nos ama y que nos sustenta a todos. Entonces empezaron a desequilibrar su esencia. Volvieron la espalda a la verdad de su ser que es espiritual y que conserva la armonía. Si hubieran mantenido esta armonía seguirían vibrando alto y un bicho tan pequeño que vibra tan bajo no podría causarles miedo, porque sabrían que nada les puede pasar
  • ¿Entonces señor Búho qué pueden hacer los humanos?
  • Conectar de nuevo con su naturaleza, recordar de dónde vienen y volver a vibrar alto, encontrándose a sí mismos en el silencio. A ser felices, a olvidar todo lo que han creado y que los aleja de su esencia. Volver a ser uno con la naturaleza y comprender que como especie son UNO.

El pajarito quería decirle esto a la cachorrita de humano para que no sintiera miedo, así que debía saber dónde podía encontrarla. Como no sabía cómo hallarla le pidió a su ninfa que le ayudara. Entonces la ninfa se conectó con la tierra para sentir la vibración de esta chiquita y le dijo al pajarito que ella estaba muy lejos, en una ciudad hermosa que tenía mar y que allí estaba ella, también asustada por lo que escuchaba del bicho aquel.

Entonces el pajarito decidió ir a verla. Tomó fuerzas y voló y voló por varios días hacia donde su ninfa le había indicado. Pero ¿cómo podría encontrarla una vez llegara allí?, no lo sabía, pero no perdía la fuerza y pensaba en ella y volaba y volaba hasta que llegó a la ciudad. Entonces muy cansado se recostó en un árbol cerca de un colegio y allí conoció a un pájaro carpintero de plumas color marrón, con el pico amarillo y muy fuerte, que hacía unos huecos perfectos en aquel tronco.

Le contó su historia y al escucharla, el pájaro carpintero le dijo:

  • Yo conozco a esa niña… es una niña hermosa con los rizos dorados
  • Sí, sí, esa misma
  • Hace unos días su padre vino a recogerla aquí al colegio y ella estaba feliz mirando cómo hacía yo este hueco en el tronco
  • Sin duda es ella – dijo feliz el Canarito. ¿Puedes indicarme dónde vive? Debo hablar con ella
  • ¿Hablar con ella? ¿Es que acaso hablas el lenguaje de los humanos?

El pajarito dudó si contarle o no lo que le había pasado, porque lo podía tomar por loco, pero tuvo valor y le contó que él lo entendía. El Carpintero dudó por un momento, pero luego le confesó:

  • Aquí donde estamos veo muchos cachorros de humano, pero pocos son los que se detienen a mirarnos. Ella es especial porque miraba con alegría y su padre le hablaba con amor sobre nosotros. Ese día me sentí feliz, así que te voy a ayudar a encontrarla.

El Carpintero voló a otros árboles cercanos en una isla llamada Barú, donde estaba la colonia de pájaros más grande y corrió la voz de que estaba buscando a la cachorrita de humano. Todos la conocían porque era una niña muy bella y algunas veces había ido por allí con su familia, sin duda era una familia hermosa. Así que todos decidieron colaborar porque allí también los humanos estaban raros, no querían salir de sus nidos, que llamaban casas y si lo que el Canario aquel iba a hacer podía ayudar, pues ellos también ayudarían. Todos salieron volando en esa ciudad que estaba rodeada de murallas y que tenía un mar hermoso. Volaban sin miedo porque estaban solos por las calles y plazas. Algunos aprovecharon para saludar al mar y a los peces que también sabían que algo pasaba. Todos ayudaron hasta que un cuervo pequeñito llegó con la noticia de que la había encontrado. El Canario estaba feliz y dio las gracias a todas las especies que ayudaron en la búsqueda.

El Canario siguió las indicaciones que le dieron y llegó hasta unos árboles frente a un edificio pequeño que tenía grandes ventanales. Casi se le sale el corazón de la alegría cuando vio que allí estaba la cachorrita de humano jugando con sus muñecas, parecía que jugaba a hacer alimentos y darlo a sus invitados. El pajarito comenzó a cantar con todas sus fuerzas. La cachorrita salió a la ventana a mirar los árboles y vio un lindo pajarito amarillo como los que había en la casa de sus abuelos. Ella los recordaba bien y le gustaría mucho poder volver a darles de comer, pero tenía susto porque le habían dicho que por esos días no podían salir de casa porque había un bicho. Así que decidió contarle sus pensamientos al pajarito y sorprendentemente ¡el pajarito parecía entenderle! Entonces la chiquita linda le dijo que tenía miedo y que no sabía qué podía pasar. Entonces el pajarito hizo su mejor esfuerzo y se puso a cantar desde su corazón nuevamente y le dijo:

  • Cachorrita no tengas miedo, que te voy a explicar, ese bicho es muy chiquito y no te puede afectar. Eres bella, eres luz y a ti nada te va a pasar. Sigue alegre, vibra alto, juega, canta, ríe, baila. No pares de cantarnos, de ser dulce y alimentarnos. Recuerda que eres bella y la belleza vibra alto. Sé feliz, sueña y ama. Abraza la naturaleza que ella también te ama. Los canarios te extrañamos y esperamos que vuelvas pronto a cantarnos. Papito Dios te ama y me dijo que te dijera que siempre desde el Cielo te guarda.

 

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