LA BAILARINA

En una pequeña aldea vivía una niña que amaba danzar. Desde pequeña lo hacía por puro placer. Con solo oír la música su cuerpo empezaba a moverse y cuando lo hacía sentía que la alegría inundaba su ser. Empezó a soñar con ser una gran bailarina pues cuando danzaba todo a su alrededor se llenaba de color y ella quería compartir esos colores con el mundo.

Ella tenía una amiguita que la conocía muy bien y con la que pasaba mucho tiempo. Normalmente siempre la aconsejaba cuando debía decidir algo o le daba su opinión sobre lo que ella creía. Algunas veces se discutía con ella cuando sentía el impulso amoroso de hacer algo y su amiguita le decía que mejor no lo hiciera. Entonces como no quería perder su amistad a veces simplemente le hacía caso o en otras ocasiones se molestaba de tal manera que le dolía la cabeza.

 

La bailarina

Ella fue creciendo y su sueño se fue alimentando con la formación que fue recibiendo, sin embargo, no deseaba que nadie supiera su verdadero sueño, pues sabía que de ella esperaban muchas cosas, menos que se dedicara a ser bailarina. Un día danzó tan bonito que llegó feliz a casa y se encontró con que allí la esperaba su vieja amiga. La vio tan feliz que le preguntó qué le sucedía. Entonces ella no se aguantó más las ganas y le contó su sueño. Su amiga la miró sorprendida y empezó a decirle que ya existía la mejor bailarina del mundo, que había muchas que lo hacían muy bien y seguro mejor que ella, además que para llegar a lograr algo así sería muy difícil. Entonces la niña se fue esa noche a la cama muy triste y empezaron a venir muchas dudas a tocar a su puerta, haciendo tal ruido, que le dolió la cabeza.

Esa semana la pasó muy mal, tenía una nube en su cabeza y no era capaz de disfrutar los colores de la vida. Parecía que todo se había vuelto un poco gris.

Antes de acabar esa semana se encontró de regreso a casa con un buen amigo que al verla se dio cuenta de que algo le pasaba, la conocía bien, así que le preguntó por qué estaba triste y ella no sabía si explicarle o no, pero quería dejar de sentir ese peso que llevaba encima así que le contó lo que le había sucedido con su amiga.

Su amigo la escuchó con atención y al acabar el relato le preguntó para qué quería ser la mejor bailarina del mundo. Entonces ella pensó un ratito, cerró los ojos y escuchó a su corazón, así le explicó que cuando ella danzaba con el corazón todo alrededor cambiaba de color y que era algo tan mágico y bonito que ella quería compartirlo con el mundo entero porque a ella la hacía feliz.

 

Él se quedó mirándola y le dijo: “Quizás los que son considerados los mejores del mundo hayan tenido otros motivos para serlo y tal vez su manera de danzar no es lo que tú esperas, pero sin duda si no compartes tu forma de danzar con el deseo que llevas dentro…” Se quedó un momento en silencio mirándola y siguió “Quizás lo compartes con todos y no se te considera la mejor, pero sin duda estarás feliz de haber danzado para ellos y de haber compartido tus hermosos colores” Él sabía lo que decía pues la había visto danzar muchas veces y había disfrutado del arcoíris que nacía cuando ella danzaba.

Entonces ella sonrió porque comprendió que quizás no debía esperar ser la mejor del mundo sino que muchos pudieran disfrutar de la magia de colores que generaba su danza y así se lo dijo a su amigo.

Él le sonrió y le dijo que de igual manera lo más importante no era lo que los otros pensaran de ella sino lo feliz que fuera cada vez que danzara, que ese único motivo ya era suficiente razón para que siguiera danzando y para que cada vez danzara con más amor, con más ganas y ante más gente.

Ella le dio las gracias con un fuerte abrazo y sintió un intenso deseo de danzar y solo con la música de la alegría que sentía en su corazón empezó a hacerlo y aquel lugar en el que estaban se llenó de un hermoso arcoíris que se reflejaba en los ojos y la sonrisa de su amigo, que se sentía feliz de disfrutar de los colores de su danza. Fue tal la alegría y el colorido que su amigo se sintió inundado por la magia y sin darse cuenta empezó a danzar también. Ella al verlo se sintió aún más feliz y los colores se volvieron más intensos, siguieron riendo y danzando y sin darse cuenta mucha gente había empezado a danzar a su alrededor, disfrutando la magia que había en el aire.

 

 

 

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