UN POCO MÁS DE LA AUTORA
No soy pedagoga de título, pero quizás sí de corazón. Siempre he amado la pedagogía desde niña cuando a mis escasos 7 años enseñaba a leer a un niño que no tenía la oportunidad de ir a una escuela. Ahí me ves con mi tablero y mis tizas de colores haciendo un esfuerzo para que el niño pudiera disfrutar como yo lo hacía, el leer cuentos o el «Nacho Lee». Un poco más grande no faltaban en casa, cada semana, grupos de estudios de amigas del cole que no entendían alguna asignatura, o quizás porque era la excusa perfecta para ver a mi hermano mayor… bromas a parte, siempre he llevado la pedagogía y las letras en mi corazón.
A lo largo de mi vida he tenido la oportunidad de disfrutar de muchos tipos de lectura, desde los cuentos del Círculo de Lectores cuando era niña, Las aventuras de Puercoespinita, El libro gordo de Petete, las aventuras de Tintin y la colección completa de Mafalda, en casa de mis tíos, a la inmensa colección de libros de mi padre en casa; libros que leíamos mi hermano menor y yo, en vacaciones, para recomendarnos mutuamente las lecturas y mirar quién podía leer más. Así me atraparon los libros de Agatha Christie, de Arthur Conan Doyle y Julio Verne, entre muchos otros que vinieron después, incentivando aún más mi imaginación.
Al iniciar una búsqueda más espiritual a mis 17 años empecé con libros del Wayne Dyer, de crecimiento personal y lecturas sobre el comportamiento humano, como el libro del famoso Dale Carnegie o Juan Salvador Gaviota. Cada vez me interesaba más por temas de sicología, pensamiento positivo, practicaba yoga y así estudié un diplomado en sicología transpersonal.
Cruzando el Atlántico me radiqué en Barcelona donde sin saberlo me había matriculado en un máster, no solo académico sino de vida. Entre tantos libros que había leído, ninguno, siendo tan de fácil lectura, me había hecho un clic tan profundo como lo hizo «La princesa que creía en los cuentos de hadas», en el eco de esta lectura pude volver a ver claramente mi niña interior, a la que había encerrado hacía unos años y que sin duda había perdido las fuerzas para gritar y pedir que la dejara salir. Para mí fue un gran regalo de la vida encontrar este libro en el piso en el que llegué a vivir y sin duda, fue orquestado por mis guías espirituales, como primera pauta para comprender que iniciaba en Barcelona un ciclo largo de crecimiento.
Gracias a un libro que a priori se juzga sencillo, un cuento, yo pude experimentar la potencia de resonancia que tienen las letras en nuestro interior. Para mí fue un gran catalizador que me hizo dar cuenta, en ese momento, lo que pasaba en mi interior y no lo había visto. Me sirvió para que mi niña interior fuera rescatada y pudiera pedirle perdón. Ese momento para mí fue muy esclarecedor y sanador y viviré siempre agradecida con mis guías y con la autora, Marcia Grad.
Desde ese día, abracé mi niña interior, prometiéndole que sería siempre amada. Ella con muchos cuidados pudo sanar y con el pasar del tiempo empezó a brillar de nuevo, llevándome a que me atreviera a vivir desde el corazón, a poner en letras todas las historias que venían a mí, como regalo del cielo, en mi imaginación o a través de observar, con ojos de amor, a las personas que me inspiran, en su mayoría niños, chicos y grandes.
Así me atreví a crear este espacio, «Los Atmacuentos,» dentro de nuestro gran proyecto personal y espiritual que es Atmaviva, como un complemento muy personal y sentido, que pretende, en armonía y correspondencia con el cosmos, que las letras lleguen a los corazones a quienes pueda servir.
Con amor, siempre con amor…